Comprar una vivienda es una de las decisiones más importantes en la vida de una persona y, por ello, asegurarla debería convertirse en nuestra prioridad una vez adquirida. El mercado de los seguros es amplio y, cada vez, más diverso: por eso nuestra labor, desde
Aportalia, es asesorarte para que puedas escoger
el mejor seguro para tu hogar.
El
origen de los seguros se remonta a principios del s. XVIII en Inglaterra, donde se vinculaban al transporte marítimo y a los incendios. Posteriormente, y ya
en el s. XX, comenzaron a extenderse por España para proteger las casas contra incendios, robos, rotura de cristales y otros siniestros. “En este momento las pólizas cubrían una sola garantía, así que tenías que contratar tantas pólizas como garantías deseases tener”, explica
Jesús Muñoz, CEO de Centro Inmobiliario Zaragoza (CIZ). Es lo que conocemos como
“seguro de daños”, un contrato que persigue resarcir los daños de carácter patrimonial sufridos por el asegurado.
Sin embargo, hoy lo habitual es contratar un
seguro multirriesgo. “Esta modalidad surgió en los años 80, agrupando todas las garantías en una sola póliza. De modo que se han llegado a incorporar aspectos que antes era impensable que pudiera cubrirlos un seguro, como equipos electrónicos, alimentos en frigoríficos, restauración estética, uso fraudulento de tarjetas de crédito o bricolaje”, enumera Muñoz.
Finalmente, existen también los
seguros a todo riesgo, aunque esta expresión se aplica más al ámbito del automóvil. Se trata de pólizas que cubren los siniestros del vehículo (con o sin fianza), seamos nosotros los responsables o lo sea un tercero.
“En la
red Aportalia tenemos por lema hacer las cosas bien, por lo que siempre preguntamos a nuestros clientes si ya tienen un seguro del inmueble que van a comprar o alquilar, sean arrendadores o arrendatarios y, en función del caso, le asesoramos sobre lo que más les conviene. Ellos son los que deciden si lo quieren contratar o no”, añade.
Entonces, ¿cuál es el seguro que me conviene?
Para poder asignar un seguro a una vivienda, la compañía aseguradora necesita tener información de primera mano sobre el inmueble:
antigüedad del edificio,
materiales de construcción, de que
seguridad dispone la vivienda, alarmas, rejas, puertas blindadas,
ubicación en el centro de una ciudad, en un pueblo o en una zona despoblada, etc. Con todo ello, podrá
establecer el riesgo de nuestra vivienda. A ello se suma la
obligación del cliente de declarar el valor real tanto del continente (excluido el valor del suelo) como del contenido. Si no efectuamos esta acción, en caso de siniestro corremos el riesgo de ser indemnizados solo parcialmente (Regla Proporcional).
En segundo lugar, debemos considerar el
tipo de inmueble: entre una
vivienda habitual y una
segunda residencia no existen grandes diferencias, pero sí las hay en el caso del
alquiler. En este sentido, el fundador de CIZ recomienda que arrendador y arrendatario contraten “cada uno su póliza que asegure sus propiedades tanto de continente como de contenido” e incide en la importancia de contar con la
Responsabilidad Civil Locativa, una cobertura que protege al propietario de daños que se produzcan en la vivienda durante su uso.
Por último, es importante que no descuidemos la cantidad de garantías contratadas. Dado que las coberturas de una póliza actualmente son inmensas,
debemos centrarnos en lo que realmente necesitamos. Así lo recomienda Muñoz, que nos recuerda que
“determinadas garantías conllevan franquicias y, en este caso, tal vez no nos salga tan rentable contratarlas”. El experto considera imprescindibles:
Incendios, Daños por agua, Robo y expoliación, Riesgos Extensivos, Cristales, Responsabilidad Civil y Protección Jurídica. “Una vez dispongamos de estos paquetes, podemos pensar en garantías adicionales que puedan interesarnos según nuestra vivienda”.